Te preguntas si llegarás tarde al funeral, visualizas esa idea, te ves llegando tarde... La gente te observa con desprecio
¿Cómo has podido llegar tarde?
Caminas a lo largo del pasillo de la iglesia que está cubierto con alfombra roja y sientes lo acolchonado en tus desnudos pies, has olvidado los zapatos, y ahora que lo piensas no recuerdas haberte vestido, volteas a ver tu cuerpo sólo para corroborar lo que tanto temes, estás desnudo en medio de una iglesia, y a pesar de ello, todos te empiezan a ignorar, como si sólo hubieses sido una brisa que irrumpió el eterno pensamiento de los que ahí aguardaban tu llegada...
Caminas temeroso y a la vez con pena; tarde, desnudo y ahora empiezas a tener un olor que enferma, pareciera que te estás pudriendo y, es entonces cuando recuerdas el verano pasado, hace tan sólo un año cuando recogías frutos de papel y comías eternos e inacabables cadáveres de flores... Recuerdas las voces de los pájaros que cada mañana te despertaban, comienzas a recordar la tierra que te daba firmeza, recuerdas el agua y el aire que te encantaba sentir al atardecer, recuerdas las tardes en las que ponías máscaras en tu cara y las noches en las que pagaban por verlas, por ver el espectáculo...
Simplemente es un recuerdo en una idea... recuerdas todo en la posibilidad de que no llegarás a la hora acordada...
Es entonces... cuando, una vez más, te preguntas si llegarás tarde a tu propio funeral...
